2011

Decir que un año fue una mierda sería muy poco yo. Además sería mentira. Decir que un año fue una mierda signifacría que no aprendí nada en esa clase infinita de los martes. El 2011 fue difícil. Cuando le conté a mi papá los problemas que tuve para subirme a mi avión y que casi lo pierdo me escribió: "Me parece que lo que esta pasando es que estas terminando de pasar un año que fue tan fuerte para vos y el propio año te lo recuerda hasta el final. Pero dentro de unas horas quedara todo atrás y comenzara un nuevo año que estoy seguro estará lleno de bendiciones para vos y será un poco tu revancha frente a lo ocurrido en este 2011." Escribe bien mi papá. Cuando leí eso no pude evitar llorar. No es fácil llorar en la casa de otra persona con toda su familia presente. El 2011 esuvo intenso. Fue el último año de cursada de la facultad, un último año que me enfrentó con la realidad: la carrera que estudié no sirve para nada práctico. Tantos años careteandola y enumerando salidas laborales que no quería me alcanzaron. Voy a ser licenciada en nada útil. Si me pierdo en una isla desierta no hay nada que pueda hacer con el título porque tampoco leí Robison Crusoe (trataba de una isla?) ni ninguno de esos libros de aventuras que te enseñan cosas. Angustia existencial. Me pasé la primer mitad de año buscando un trabajo que fuera compatible con mis horarios de facultad y mis gustos. Luego me resigné y solo busqué algo que me permitiera cursar. He ahí el call center. No vendo nada, no hago apoyo moral del cliente ni hablo de sexo. No está mal, tampoco está bueno.  Estoy sobrecalificada para ese empleo y me aburro. Por lo menos veo Cuevana.

Toda mi familia fue puesta a convivir bajo el mismo techo una vez más. digo fue puesta porque estoy convencida que fue una broma de mal gusto del universo. Cuando digo todos incluyo a al marido de mi hermana. Es increible como una casa grande puede parecer tan chica de repente. Mi hermano y mi hermana se casaron en el 2011, uno por semestre. Estábamos todos en una olla a presión y yo exploté. Acá viene la parte en la que vuelvo a llorar una vez más por el 2011, porque crecer nunca es fácil y deja marcas. Fui al médico y me dijo que tenía gastritis, estaba tan enojada que me había hecho un agujero en el estómago. No soy tonta y sé que nadie se enferma de casualidad, cada síntoma fue antes una emoción. No podía creer que hubiera llegado tan lejos, el dolor era insoportable, juré nunca más volver a callar lo que sentía -hago eso un montón. Estaba tan superada. Yo sé lo que me pasa y entiendo a mi cuerpo, esto no va a volver a pasar, ya aprendí. Me equivocaba , no había aprendido nada. La gastritis resultó ser una peritonitis que casi me mata. Nunca pensé que me podía morir antes de la operación, al parecer era la única. Me operaron con mis papás en otro país, me operaron después de dejarme 14 horas en una camilla sufriendo, me cortaron la panza en 3 lugares diferentes. Cuando yo salí del hospital entró mi abuelo. El pronóstico del 2011 era negro: 2 bodas, 1 operación y una muerte. Todavía mi abuelo no salió del hospital, no se murió en el 2011 al final. Le dio pena al 2011 seguir bombardeando.

A dos días de termianr el año casi pierdo un avión. Un piquete había cortado la autopista y el tráfico de la tarde hacía imposible el tráfico. Llegué el último minuto del check-in, casi no lo puedo hacer porque no podía parar de llorar. Tenía que tomarme ese avión. Había trabajado en un lugar de mierda que me hacía llorar para juntar la plata. Cuando finalmente llegué habían perdido mi valija, pero no me importó porque había llegado y el 2011 estaba terminando.